lunes, 3 de octubre de 2016

Mujeres en el laberinto de las palabras



Por: Lirians Gordillo Piña

Las palabras esconden una historia, específicamente los términos relacionados con la mitad femenina del mundo han estado cargados de significados discriminatorios. Por eso no es de extrañar que la disputa entre el patriarcado y quienes se enfrentan a él ha develado la complejidad y el impacto social del lenguaje sexista.

Uno de los términos más utilizados para nombrar a las mujeres es fémina. Si buscamos la etimología de la palabra pueden aparecer varios significados. En realidad el origen de la palabra provoca polémica.

Fémina en latín es un nombre que significa 'hembra' empleado lógicamente también para distinguir el sexo de la especie animal. Algunos sitios digitales refieren que fémina significa etimológicamente 'la que amamanta o da de mamar' o 'la que produce' refiriéndose a la que produce hijos.

En las lenguas romances el concepto 'mujer' es expresado en francés por femmme (de femina), en castellano y portugués por mujer y mulher (de mulier) y en italiano y catalán por donna y dona (de domina).

Algunas fuentes refieren como etimologías populares o falsas aquellas que presentan esta expresión compuesta por fides, que se traduce “fe”, y minus “menos”. Durante el medioevo la interpretación religiosa patriarcal sentenció lo considerado femenino como: débil, subordinado, malévolo.

Lo cierto es que cada una de estas definiciones pone en evidencia la discriminación histórica de las mujeres y su justificación desde el lenguaje.

Al ser el lenguaje expresión del pensamiento y la realidad humana no es neutral, está mediado por el contexto social y por consiguiente evoluciona, o no, al igual que las sociedades.

Sin embargo, resulta interesante cómo a través de la historia las propias mujeres lucharon—muchas de ellas dieron sus vidas—por la reivindicación de los derechos de sus congéneres y fueron re-definiendo, dando usos revolucionarios a las palabras derivadas de fémina.

Por ejemplo en la familia léxica de fémina aparece femenino, afeminar, feminizar y feminismo, movimiento político y campo teórico que durante décadas ha reivindicado los derechos de las mujeres.


El pensamiento y movimiento feministas, en sus diversas expresiones, ha protagonizado la lucha política por la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida humana, incluyendo por supuesto la cultura y el lenguaje.

Y es que el destino patriarcal que concibe la reproducción y la maternidad como ideal femenino que asocia a las mujeres a los afectos y la naturaleza, se fundamenta también en un lenguaje sexista. Lenguaje sexista que aún en pleno siglo XXI se resiste al cambio.

La Real Academia Española (RAE) anunció cambios en su diccionario, uno de los libros más consultados y cuya primera edición se publicó en 1780. Para la edición de 2014 la RAE propuso algunos cambios.

Desaparecen las acepciones “débil” y “endeble” que hasta la edición anterior, publicada en 2001 formaban parte de la definición de femenino.

Según apuntó la BBC los cambios incluían otras acepciones como:

Edén. Paraíso terrenal, morada del primer hombre antes de su desobediencia.

Femenino. Débil, endeble.

Gozar. Conocer carnalmente a una mujer.

Hombre. Individuo que tiene las cualidades consideradas varoniles por excelencia, como el valor y la firmeza.

Huérfano. Dicho de una persona de menor edad: a quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre.

Madre. Hembra que ha parido. / Madre de familia: mujer casada o viuda, cabeza de su casa.

Masculino. Varonil, enérgico.

Padre. Cabeza de una descendencia, familia o pueblo.

Periquear. Dicho de una mujer: disfrutar de excesiva libertad.


La existencia, por siglos, de estas acepciones han tenido un impacto negativo en el imaginario cultural y mediático. Pues las palabras, sus definiciones y carga política también inundan las imágenes.

Buscando imágenes que se vinculen al término “fémina” una puede comprobar el complejo escenario en que vivimos.

En las redes digitales asombra el colorido, la frescura y actualidad que adquieren preceptos tan antiguos. Por ejemplo, Fémina es el nombre de una revista que dedica titulares a la moda, la vida familia r—educación de los hijos, relaciones de pareja— y el cuidado del cuerpo.

Dicho así nada tiene de malo. ¿Cierto? Pero les invito a visitar esa revista y podrán percatarse que las modelos son jóvenes, mayoritariamente blancas, que los cuerpos saludables superan las medidas de las tops models y que el empoderamiento, las contradicciones y conflictos por la falta de corresponsabilidad en la familia brillan por su ausencia.

Las palabras son el cuerpo de nuestros pensamientos. Impresas, orales o traducidas en imágenes nuestras ideas construyen el mundo, así lo han hecho desde el inicio de los tiempos. Saber de dónde vienen podría darnos pistas del camino que nos queda por recorrer.
 
Tomado de Revista Mujeres: http://www.mujeres.co.cu/art.php?MzAxOA==

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