lunes, 27 de octubre de 2014

Mujeres de Grandes Ligas, la historia real


Poster de la película Ellas dan el golpe (1992).

Por Jesús E. Muñoz Machín

Geena Davis nunca pisó un terreno de béisbol antes de filmar la película A League of Their Own (Ellas dan el golpe), donde interpreta el personaje de Dottie Hinson, inspirado en la pelotera Dorothy «Wiltse» Collins. Sin embargo, Davis percibió que era una excelente oportunidad, porque más allá de la mezcla entre ficción y realidad que propone el filme, las historias que sostienen el guion son verdaderas muestras de grandeza.

Eran los años que brillaban los talentosos sluggers Ted Williams y Joe Di Maggio. Pero la Segunda Guerra Mundial interrumpió la sucesión de temporadas en las Grandes Ligas de Béisbol, cuando centenares de peloteros ingresaron al ejército estadounidense.

La pelota, deporte de gran popularidad en la nación norteña y con empresarios dispuestos a no ceder terreno (ni dinero), crearon una nueva atracción: la All-American Girls Baseball League (Liga de Béisbol Profesional para Mujeres).

Los prejuicios de la época, algunos arraigados en la actualidad, hacían presagiar que la iniciativa de Philip Wrigley, propietario de los Cachorros de Chicago, sería un fracaso.

La primera temporada comenzó el 30 de mayo de 1943 y logró reunir en los estadios a 176 mil espectadores, aunque algunos especialistas acercan la cifra a 200 mil, números alentadores para un debut.

Como era de esperar, la mayoría de las jugadoras provenían de las populares ligas de softbol de Estados Unidos y Canadá, lo que permitió conformar cuatro equipos: Kenosha Comets, Racine Belles, Rockford Peaches y South Bend Blue Sox. La liga respetó los reglamentos de sus pares hombres, pero disminuyó la distancia entre bases y del box a home.

Esa justa constó de una etapa clasificatoria de 108 desafíos, dominada por Racine Belles, con 59 victorias y 49 derrotas, equipo que luego se proclamó campeón al vencer 3-0 a las chicas de Kenosha Comets en serie final al mejor de cinco encuentros.

La gran estrella de la liga fue la lanzadora de Kenosha, Helen Nicol, ganadora de la Triple Corona con 31 sonrisas, 220 ponches y sensacional 1,81 como promedio de carreras limpias (PCL). La canadiense Nicol lideró además el porcentaje de ganados y perdidos con 795 (31-8), juegos completados con 33 e innings lanzados con 348.

A la ofensiva sobresalió Gladys Davis, tercera base de las Rockford Peaches, quien compiló 332 de average, única por encima de 300 en toda la liga, cuyo performance general fue de 230 con apenas 72 cuadrangulares.

El equipo Peoria Redwings en la temporada de 1948.
Strike al machismo

Más allá de las estadísticas, el torneo no fue una panacea para las chicas, que enfrentaron reglas sexistas como la de jugar en faldas cortas y shorts bastante provocativos. Además, durante los partidos se realizaron pruebas en las que se rifaban besos entre los hombres.

La jugadora Lavonne «Pepper» Paire Davis criticó el tema del atuendo. «La única opción era jugar con falda o irse a casa», lamentó en fragmento de entrevista reproducido en el diario español El País. El absurdo ropaje atentaba contra su físico al no proteger la piel y mostrar las heridas sufridas en juego.

Otra que refirió los prejuicios machistas de la época fue la estadounidense Dorothy Kamenshek. La siete veces nominada al equipo de Estrellas, bicampeona de bateo y líder histórica en jit y total de bases, afirmó a la revista Marquette Magazine que los aficionados «(…) venían primero para ver las faldas, pero después les demostramos que podíamos jugar».

Durante 12 temporadas, entre 1943 y 1954, ellas brillaron sobre el diamante. Incluso, la liga llegó a tener afición cercana al millón de personas y contó con más de 500 jugadoras. Esas atletas fueron mujeres de «Grandes Ligas», y así debiera reivindicarlas la historia del béisbol.

martes, 14 de octubre de 2014

Ivet suena el silbato


Esta joven capitalina comparte sus experiencias en el arbitraje de fútbol.
 


Por Jesús E. Muñoz Machín 

El balón rueda y tras él se desplazan varios atletas. Atenta a cada movimiento, bien cerca de la jugada, pero sin ser protagonista, Ivet Santiago Rodríguez mantiene la disciplina en la cancha.

Hace sonar el silbato y el estadio enmudece. Futbolistas, público y la dirección de ambos elencos esperan por la señal. Esta vez no ha sido nada, una acción leve que no conlleva amonestación, no obstante, aclara con un gesto que no permitirá otra falta.

A Ivet se le puede encontrar en cualquier plaza futbolera de la capital u otra provincia. Apenas dos años en el arbitraje le han permitido impartir justicia en cientos de partidos y más de una decena de torneos locales, nacionales y recientemente en una lid internacional.

Punto de penal

Como la mayoría de las muchachas que se han decidido por el arbitraje, Ivet fue atleta de fútbol, donde se desempeñaba como portera. Desde su primera incursión en los Juegos Caribe de la Universidad de La Habana demostró buenos reflejos para detener disparos rivales y poco tiempo después ya entrenaba con el equipo capitalino de mayores.

La exjugadora y actual entrenadora Yunelsys Rodríguez fue quien la guió en esos inicios, en los que, como afirma, «el fútbol era poco conocido entre las mujeres y daba sus primeros pasos en el país»”.

Al unísono de su vida deportiva cursaba la Licenciatura en Derecho, lo que exigió un gran esfuerzo. «Los entrenamientos eran en la tarde y yo estaba en la jornada docente. Del último turno de clases iba corriendo hasta la Ciudad Deportiva.

«Además me resultó difícil porque las compañeras de equipo provenían de la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva) y la Facultad de Cultura Física, pero yo nunca había practicado deporte», acota.

Durante tres años participó en varios certámenes: copas 8 de marzo, ESPA, eventos provinciales, competencias interuniversidades como los Juegos Giraldillos, incluso representó a otras provincias. «Aunque soy de La Habana no pude jugar aquí en torneos oficiales. En los nacionales tenía que representar a Camagüey, porque en la portería las otras capitalinas eran integrantes de la selección nacional».

De atajar goles al arbitraje


Al arbitraje llegó en el año 2012. Luego de participar en un curso impartido por la profesora y juez internacional Irazema Aguilera, tomó la decisión de cambiar los guantes de arquera por el silbato.

Así refiere el cambio de aires: «En ese momento pensé que tendría más futuro en el arbitraje. La profe Irazema me apoyó y me convenció de que tenía condiciones físicas e intelectuales para dedicarme a esta labor.

«Fue difícil dejar el fútbol activo, porque soñaba con ser como la brasileña Martha, una de las mejores jugadoras del mundo», explica con cierta nostalgia.

Y junto al arbitraje sobrevino otro logro en su vida. Ivet obtuvo el título de Licenciada en Derecho y comenzó el período de servicio social en la fiscalía provincial de La Habana.

¿Cómo logra combinar las dos pasiones? Lo explica y parece simple. «Aunque no lo creas tienen mucho en común. En ambos campos me dedico a impartir justicia. En el arbitraje según las reglas del fútbol y en la fiscalía ejerzo la acción penal de acuerdo a los estatutos del sistema jurídico cubano.

«La labor de fiscal es diaria y las 24 horas del día, pero me han apoyado para que sin descuidar esa labor, continúe en el arbitraje», comenta.

Por la escasez de eventos para mujeres, Ivet suele trabajar en más campeonatos para hombres. Al respecto, señala que ellos suelen respetarla, «pero en ocasiones quieren imponerse. Algunos no entienden que una mujer los dirija durante 90 minutos. Sin embargo, no suelen ocurrir grandes complicaciones cuando la jueza es una muchacha. Con conocimiento y carácter se sale adelante».

Esta charla se produjo pocos días después de su participación en la Copa Caribeña Femenina para menores de 15 años, que se efectuó en Islas Caimán, del 6 al 18 de agosto. Dicha lid marcó el debut internacional de Ivet. «Me sorprendió porque aún no tengo categoría internacional. Fue una gran oportunidad y puede ser el momento que me lleve a una etapa superior en mi carrera», refiere emocionada.

El balón imaginario deja de rodar, la grabadora se apaga y por el momento la entrevista concluye. Pero le aclaro que no será el último encuentro, porque en breve tal vez sea protagonista de la revista Mujeres, ya no como talentosa joven de 25 años, sino como una consagrada del arbitraje cubano.

Datos de interés:
 

Trayectoria Arbitral
Ivet ha arbitrado en dos finales escolares femeninas, todas las categorías inferiores y mayores en la capital, una Copa Cerro Pelado (hombres), una Copa “8 de marzo” y la Primera Liga Nacional Femenina, que se disputó en 2014.