jueves, 30 de enero de 2014

Planificación de la familia I: Entre pactos y acuerdos pendientes



Muchas personas deciden tener un hijo o una hija cuando el embarazo ya es un hecho. Para ellas y otras que no saben a dónde acudir en busca de información, la planificación de la familia sigue siendo una incógnita.


Por Dixie Edith, Jesús Muñoz y Sara Más

Fotos: Jorge Camarero Leiva


Lo ideal sería que las parejas pudiesen tener los hijos que deseen, cuando quieran y mejor se sientan para emprender ese nuevo proyecto en la familia, tras un acuerdo previo. Pero al parecer no siempre ocurre así.

“Las investigaciones muestran que ese proceso no es articulado y muchas veces la decisión de tener o no descendencia se toma con el embarazo presente”, sostiene la psicóloga Grisell Rodríguez, investigadora del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana.

La vida confirma, día a día, que algo falla dentro y fuera de casa, en la planificación de la familia. “Evidentemente hay un deterioro que se manifiesta, por ejemplo, en que las muchachas no están preparadas para negociar el uso de un anticonceptivo como el condón, pero tampoco son sistemáticas en el empleo de otros”, describe Rodríguez.

En el panorama demográfico y social emergen situaciones de preocupación y riesgo como los embarazos a edades extremas: sean los no deseados en la adolescencia o los que se ansían pasados los 35 años de edad; el abuso de la regulación menstrual y el aborto para interrumpir embarazos, con el posible perjuicio para la salud reproductiva y la fertilidad; el incremento de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y el VIH/sida; la maternidad soltera y la escasa participación masculina en la reproducción y paternidad conscientes.

Para la socióloga Yenisei Bombino Companioni, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, ello se debe, en parte, a que la planificación de la familia muchas veces “se aborda desde enfoques muy biologicistas y menos de prevención, dirigida sobre todo a tratar el tema de las interrupciones de embarazos en sus diferentes vías”.

La investigadora considera que, por ese camino, se obvian aspectos culturales y cambios que tienen lugar en la sociedad y se desestima que en las nuevas generaciones hay “una ausencia de estrategias y proyectos sociales”.

“En la actualidad, estamos viendo familias sin planes de movimiento familiar ascendente. No planifican cómo insertarse mejor y cuándo ampliarse como familia”, precisa.

El enfoque biologicista prima en ocasiones por encima del preventivo, en opinión de la socióloga Yenisei Bombino Campanioni, del CIPS.
 Su colega Raynier Hernández Arencibia considera que, al tratarse de una negociación de la pareja sobre la familia que se quiere crear, los hijos y la convivencia, influyen también factores como las creencias románticas, la disponibilidad emocional, presiones familiares y de los amigos, los temas económicos y financieros, entre otros. “Todo ello media la concepción de los proyectos de vida”, dice.

Tampoco puede obviarse la heterogeneidad de la familia cubana, no solo por las estructuras de esos grupos, sino también por las condiciones socioeconómicas en que se desenvuelven, señala.


Reflexiones en consulta

Enfática en sus argumentos, la doctora Aissa Naranjo Dojer asegura que se tiende a reducir la planificación de la familia al uso de anticonceptivos, cuando en verdad se trata de un concepto más abarcador que incluye consejería y asesoramiento no solo en anticoncepción, sino sobre el momento oportuno para tener descendencia o postergarla, espaciar los nacimientos y otras decisiones, además de incluir estudios para parejas infértiles.

Con más de 25 años en la atención primaria de salud y no pocos en la consulta de planificación de la familia del policlínico La Rampa, en La Habana, ella intenta una radiografía de esos servicios, sobre los cuales “todo está escrito y bien diseñado, pero no siempre se hace”, advierte.

Defensora de que existan esas consultas a nivel primario --“donde realmente puedes llegar a conocer a profundidad cada situación”--, insiste en que hace falta una preparación psicológica fuerte que, lamentablemente, no todos los médicos reciben en su formación. También conocimientos sobre género, pues se trata de temas muy marcados por la cultura y la práctica sociales.

“Yo no soy la que decido, lo hace la pareja; por eso necesitamos entrenamiento y formación, reunir algunas aptitudes para alcanzar verdadera asertividad, empatía y adecuada comunicación”, precisa. “Los planificadores deberíamos tener incluso más encuentros en los que pudiéramos transmitir nuestras experiencias y al mismo tiempo fortalecer estos servicios”, comenta.

Si bien no existen en todas las áreas de salud, se intenta llevar estos servicios a los policlínicos cabeceras, explica la doctora. Pero a veces falta personal totalmente formado para la tarea y no siempre se cuenta con todos los recursos necesarios. “No estamos ajenos a las carencias materiales y a veces, por ejemplo, no contamos con suficiente variedad de anticonceptivos”, detalla.

Sobre los servicios de planificación de la familia “todo está escrito y bien diseñado, pero no siempre se hace”, sostiene la doctora Aissa Naranjo Dojer.
Pero identifica abundante campo de trabajo en materia de información, pues ha constatado mucho desconocimiento. Alude a siete casos que han acudido a su consulta en busca de un estudio por infertilidad y resolvieron solo con orientación sobre el mejor momento para buscar el embarazo, el funcionamiento del ciclo ovárico y exámenes ginecológicos de rutina.

Sin embargo, pocas veces asiste la pareja, suele venir la mujer sola y no buscando anticoncepción –“aunque también las hay que sí”--; son más las que llegan para interrumpir un embarazo.

Entre las debilidades, identifica el desconocimiento de la población sobre la propia disponibilidad del servicio y la sobrecarga de los médicos de familia, con un mejor conocimiento de su población para actuar preventivamente, pero ahora con un mayor número de familias y personas que atender.

En su área de salud, la doctora se ha propuesto llegar a cada consultorio en el seguimiento a embarazos en edades extremas, pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles, bajo peso y obesidad, al control de riesgo preconcepcional por espacio intergenésico (intervalo entre dos nacimientos consecutivos de la misma madre) corto y otros casos. “La idea es también propiciar el acceso a este servicio, tan necesario, pero lamentablemente no siempre bien utilizado”, reitera.