lunes, 14 de octubre de 2013

Cuba: los hombres y el feminismo



¿Un hombre puede ser feminista? ¿Los hay en Cuba? Cubahora aborda estas y otras cuestiones relacionadas con los varones que apuestan por una sociedad más equitativa...





Por supuesto, hay hombres feministas en Cuba. Ellos manifiestan su desacuerdo con el machismo que invisibiliza, minimiza y subordina a la mitad de la especie humana (las mujeres). Esta postura supone, asimismo, su propia liberación, sobre todo en el plano de la expresión de emociones y sentimientos.

El máster en Estudios de Género, Yonnier Angulo Rodríguez, es uno de ellos. Con 28 años recién cumplidos, este joven investigador capitalino recuerda que tuvo su primer acercamiento a los estudios de masculinidades y otras temáticas de género mientras cursaba los años finales de la Licenciatura en Historia, en la Universidad de La Habana. Desde entonces se vinculó a la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (RIAM), un grupo de hombres que promueven la equidad social a partir de la indagación académica y el activismo social. Luego de graduarse en el 2008, Yonnier asumió un mayor compromiso con la ideología feminista.

Confiesa que han sido muchos los retos desde que comenzó a trabajar temas vinculados a la reivindicación de los derechos de las mujeres y la deconstrucción de modelos machistas y hegemónicos de la masculinidad.

“La familia fue quien primero observó mi quehacer con cierto recelo. Los cambios que he venido experimentando en lo personal han contrastado con el entorno social en el que me desenvuelvo. He tenido  largas ‘discusiones’ con amistades sobre temas complejos, particularmente cuando percibo cargas de desigualdad, violencia o discriminación en determinados asuntos”, confiesa.

Yonnier considera que el principal problema está asociado a los prejuicios sociales. “Los hombres que asumen posturas feministas son vistos con suspicacia. Los llegan ha catalogar como debiluchos, amanerados, gays o, simplemente, como locos esnobistas.

“No es fácil —enfatiza— emprender una posición en defensa de los derechos de las mujeres sin recibir un comentario ofensivo o una mirada inquisitiva. Si un grupo de hombres —y principalmente jóvenes— se autodefinen como profeministas, tienden a ser vistos como ‘bichos raros’ por algunas personas”.

¿FEMINISTA YO?

Una mirada histórica permite analizar cuál ha sido la vinculación de los hombres cubanos con el feminismo. ¿Qué sucedió cuando a finales del siglo XIX e inicios del XX esta corriente de ideas políticas y filosóficas fue ganando visibilidad en la isla?

La gran mayoría de los hombres  criticaron el feminismo, porque sus objetivos iban en contra de la hegemonía masculina. Sin embargo, a través de la historia, notorios intelectuales cubanos apoyaron las demandas reivindicativas de las mujeres.

Literatos como Enrique José Varona y Miguel de Carrión manifestaron a su apoyo a ideas feministas, como el acceso a la educación para la mujer y el derecho al divorcio, este último aprobado como ley en 1918.

También destacaron los pronunciamientos de Fernando Ortiz, Juan Marinello, Ramiro Guerra, Arturo Montori y Raimundo Lazo; quienes mostraron su solidaridad con los Congresos Nacionales de Mujeres —celebrados en La Habana en 1923 y 1925, respectivamente—. Como resalta el doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, a estos últimos los llamaron bajo el calificativo de “congresistas adictos”.

En la actualidad, algunos jóvenes como Yonnier Angulo se han sumado a las iniciativas a favor de la equidad social. Sin embargo, muy pocos se definen como feministas.

Más allá de las decisiones individuales que condicionan criterios como “no me gustan las etiquetas”, “prefiero que no me encasillen”, u otras afirmaciones, existe un motivo que media sobremanera entre esas opiniones. Se trata de la confusión de quienes refieren el feminismo como sinónimo de machismo.

Lo anterior viene dado por considerar que los movimientos feministas se proponen invertir la pirámide de las relaciones de poder. La creencia más extendida supone que se pasaría de un autoritarismo masculino a uno femenino.

Nada más alejado de la realidad, porque si bien las ideas feministas son una alternativa a la cultura patriarcal imperante en la sociedad, su objetivo es alcanzar la igualdad de posibilidades y oportunidades para todos y todas. Por otra parte, no se trata de una ideología exclusiva de uno u otro sexo, como tampoco lo es el machismo.

El desconocimiento y las malas interpretaciones acerca de los propósitos del feminismo impiden, en muchos casos, que los hombres cubanos se declaren feministas, aun cuando estén sensibilizados con las luchas por la equidad, lo cual sucede también con un gran número de mujeres.

 

jueves, 10 de octubre de 2013

Mujeres frente al tablero II



Polgár, un apellido ilustre

Por Jesús E. Muñoz Machín

 
Varias mujeres obtuvieron éxitos importantes en el ajedrez en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Incluso, el creciente interés de ellas por mundo de los trebejos propició que en la Olimpiada Mundial de Ajedrez de 1957, treinta años después del surgimiento del evento, se incluyera la categoría femenina.

Sin embargo, el universo de  los trebejos reflexionó realmente sobre las aptitudes de las mujeres para el juego ciencia a partir de los años ochenta. En ello tuvo mucha influencia los éxitos de las hermanas húngaras Zsuzsa, Sofia y Judit Polgár.
Las tres ajedrecistas nacieron en Budapest: Zsuzsa, la mayor, nació en 1969, Sofía en 1974 y Judith dos años después. Aprendieron a mover las fichas gracias a su padre, László Polgár, quien organizó para sus hijas un programa educativo con protagonismo para el ajedrez.
Desde  temprana edad las hermanas Polgár comenzaron a impresionar por su talento. Su padre, consciente de la calidad deportiva de las niñas, decidió que no las inscribiría en torneos femeninos. No obstante, no pudo evitar que en 1988 las Polgár fueran prácticamente obligadas, por presiones gubernamentales, a participar en la lid femenina de la Olimpiada Mundial de Ajedrez de Tsalónica, Grecia. En tierras helénicas lograron la medalla de oro, triunfo que repetirían en 1990, esta vez en Novi Sad, capital de la extinta Yugoslavia.
Aunque desde el inicio se divisaba que las tres muchachas poseían capacidades especiales para jugar al ajedrez, una de ellas sobresalía. El estilo atrevido e imaginativo de Judit Polgár deslumbraba a todos y todas.
La menor de las hermanas comenzó a causar sensación internacional cuando en 1987, con apenas 11 años de edad, ganó el Campeonato del Mundo sub-14. Luego vinieron las mencionadas Olimpiadas Mundiales y en 1991 las hazañas de Judit alcanzan su máxima expresión. Ese año se proclamó campeona absoluta de Hungría y obtuvo también el título de Gran Maestra (GM) sin distinción de sexo, con apenas 15 años, 4 meses y 7 días de nacida. Con ello se convirtió en la persona más joven en obtener la máxima distinción en el juego ciencia.
Desde entonces la historia de Judit ha sido más conocida.  Ha intervenido e impuesto su talento en los torneos más prestigiosos del mundo: Ciudad de Linares, León y Madrid, los tres en España, Wijk aan Zee y Hoogeven, ambos en Holanda, Melody Amber (partidas rápidas), en Mónaco, Francia, Memorial Najdorf, en Polonia, el Abierto de Estados Unidos,  entre otros.
Judit Polgár ha sido además la única mujer en sobrepasar la barrera de los 2700 puntos Elo y en situarse además en el top ten en una actualización del ranking mundial. Ha participado en las últimas ediciones de las Olimpíadas Mundiales de Ajedrez, como parte de la nómina húngara abierta (categoría creada luego de que algunas mujeres exigieran competir con sus pares hombres).
¿Qué ha sucedido con las hermanas de Judit? Pues hace algunos años que no compiten. Ambas viven en los Estados Unidos. Szuzsa aparece registrada en la federación norteamericana y ha alcanzado gran reconocimiento como profesora y  arbitro internacional. Sofía, por su parte, creó una academia donde enseña a niños y niñas, pero con énfasis en el desarrollo de las muchachas.
Los éxitos de las hermanas Polgár han llevado a especialistas y amantes del juego ciencia a reconocer el talento de las mujeres en el milenario deporte de las 64 casillas. En la actualidad son muchas las ajedrecistas que desde muy jóvenes obtienen importantes triunfos. Pese a las desventajas que aún persisten para ellas, cada día son más las que intentan conquistar triunfos en el reino de Caissa.

jueves, 3 de octubre de 2013

Mujeres frente al tablero (I)



El ajedrez tiene a una mujer como inspiración. Ha sido así desde que en 1963, el británico Sir. William Jones escribió –en latín- el poema llamado Caissa, nombre de la diosa griega venerada desde entonces como la musa del llamado juego ciencia.

Según la historia más extendida, el dios Apolo ideó el ajedrez para que Ares se lo entregara a Caissa como ofrenda de amor. Sin embargo, otro relato cuenta que fue ella la creadora del deporte de las 64 casillas y lo envió a la Tierra como obsequio a los seres humanos por su valor e inteligencia. De cualquier manera, la musa helénica es la protectora aquellas personas que se enfrentan tablero por medio y de quienes disfrutan el milenario deporte.

En los torneos ajedrecísticos se escucha con frecuencia la frase: “Caissa estuvo conmigo”, para referirse a la suerte, sobre todo ante situaciones complicadas o al enfrentar rivales difíciles.

Pero, a pesar de tener una mujer como inspiración, el juego ciencia fue durante muchos años un escenario disfrutado, casi exclusivamente por hombres. Eran los miembros de la nobleza los únicos privilegiados que podían mover piezas en el tablero escaqueado. Y aunque paulatinamente el ajedrez se popularizó en las capas medias de las sociedades y entre algunos avezados obreros y estudiantes, las mujeres no eran practicantes asiduas.

Vera Menchik, la precursora

No fue hasta finales del siglo XIX e inicios del XX que ellas comenzaron a ser más visibles en torneos internacionales. Pero quizás la primera ajedrecista que impresionó al mundo fue la rusa Vera Menchik, primera campeona mundial entre las mujeres al coronarse en 1927, título que mantuvo hasta su muerte en 1944.
Vera Menchik, primera campeona mundial de ajedrez entre las mujeres.


Menchik, nacida en Moscú el 16 de febrero de 1906, aprendió a jugar ajedrez en el seno familiar. A los 15 años se mudó al poblado de Hastings, poblado cercano a Londres, Inglaterra, ciudad con mucha afición por el deporte de las 64 casillas. Poco tiempo después se vincula a los clubes de la ciudad y conoce al jugador Geza Maroczy, quien la tomó como discípula.

Compitiendo por la desaparecida Checoslovaquia –país natal de su padre- o por Inglaterra, Menchik decidió no tomar parte en torneos exclusivos para mujeres, pues creía que en estos limitaban su desarrollo deportivo. Solo participó en las Copas del Mundo femeninas para mantener el título del orbe.

Los hombres fueron testigos de su calidad ajedrecística en varios de los torneos más importantes de los circuitos internacionales. Uno de los resultados que ha llegado a ser más conocido en Cuba es su segundo lugar en el tornero de Ramsgate, Inglaterra, en 1929. Allí terminó empatada con el famoso maestro Akiba Rubinstein, a solo medio punto del ídolo cubano José Raúl Capablanca y por delante de su propio entrenador Maroczy.

También ha pasado a la historia el “Club Vera Menchik”, discriminatoria iniciativa del ajedrecista austriaco Albert Berger que se produjo durante el torneo de Karlbad de 1929. Berger, menospreciando las aptitudes de Menchik, propuso fundar un círculo exclusivo para aquellos hombres que fueran derrotados por la talentosa maestra. Hubo muchas bromas al respecto, pero Vera no dejó margen a las burlas cuando venció al propio Berger, quien se convirtió en el primer inquilino del susodicho club.

En años posteriores Menchik obtuvo triunfos ante destacados ajedrecistas como Max Euwe, Jacques Mieses, Lajos Steiner, Frederick Yates, Edgar Colle, Fritz Sämisch, George Thomas, hasta sumar la cifra de 41 maestros.

La meteórica carrera de Vera Menchik tuvo un fin trágico cuando apenas había vivido 38 años. El 26 de junio de 1944 una bomba nazi cayó sobre Londres e impidió que la extraordinaria muchacha de juego posicional y sólida defensa continuara brillando frente al tablero.