lunes, 27 de enero de 2014
Enamorada del baile
Por Jesús E. Muñoz Machín
Fotos: Boris L. Muriendas
Con 17 años de edad, Cynthia González Rodríguez está a punto de cumplir uno de sus mayores anhelos: formar parte del Ballet Nacional de Cuba. Aunque aún está en el período de prueba para ingresar a la prestigiosa compañía, ella se muestra confiada en alcanzar su meta. La seguridad se la ha dado el estudio y dedicación, pues esta joven, nacida en el municipio Cerro, en La Habana, se ha enamorado del baile para toda la vida.
Cynthia se inició en el baile a los nueve años, de la mano de su abuela Caridad Vega, quien la llevó al Taller de Verano de la Escuela Nacional de Ballet. Allí dio sus primeros pasos bajo la tutela de las profesoras Lourdes Cagigal y Elena Canga. Luego de dos calurosos meses, comenzó el nivel elemental en la escuela situada en L y 19, en el Vedado, municipio Plaza.
«Al principio solo se trataba de aprender y disfrutar. Pero ya en los años, en el nivel elemental, comencé a darme cuenta del empeño que hace falta para triunfar en el baile», revela.
Pero no todo fue sencillo para Cynthia, quien sonríe al comentar lo difícil de las dietas. Según relata, «lo más complicado fue mantener constantemente el peso. De niña comía mucho y era algo gordita. A veces extraño los dulces y los helados».
Le sucedió igual con la exigencia de la escuela, con una extensa doble jornada. «Los ensayos —dice— comenzaban a las 7:30 de la mañana y en la tarde era la jornada docente, con asignaturas básicas como Historia, Español, Matemáticas y otras de cultura general. En ocasiones también teníamos que bailar luego de las clases, sobre todo cuando se aproximaba algún concurso».
Aunque siempre la apasionó el baile, no fue hasta la enseñanza preuniversitaria que lo asumió con mayor seriedad. «A partir de ese momento aumentó el rigor. Tuve que esforzarme y multiplicar las horas de ensayo para perfeccionar la técnica. En esos años me ayudó mucho la maestra Martha Iris Fernández Agüero».
Desde los años de estudiante, Cynthia obtuvo premios y medallas en eventos nacionales e internacionales. Destacan, entre ellos, el primer lugar a la mejor variación, galardón obtenido en el Festival Internacional de Danza y Arte del Mediterráneo, efectuado en Italia (2011); el premio a la mejor interpretación y a la mejor pareja clásica en el Segundo Concurso Nacional para Estudiantes de Ballet (2011); medallas de oro y plata en el Tercer Concurso Internacional de Ballet de Cape Town, Sudáfrica, en 2012, este último junto al joven bailarín Javier Moreira.
Sin embargo, ella recuerda con gran cariño su participación en el Young American Grand Prix, efectuado en Nueva York, Estados Unidos, en el año 2011. «Fue mi primer evento de tan alto nivel. Allí pude ver a varias de las escuelas más prestigiosas de ballet del mundo. La competencia no fue lo más importante, sino la experiencia vivida».
Ahora Cynthia enfrenta una etapa decisiva en su vida. Cada vez tiene más cerca su anhelo: formar parte del Ballet Nacional de Cuba. «Es como empezar de cero. El cambio es muy fuerte. Dejas de ser una adolescente que adora bailar para asumir una verdadera carrera profesional».
Pero el trabajo constante no es nada nuevo para esta joven bailarina. Siendo una adolescente aprendió que «el esfuerzo es la única forma de lograr cosas importantes en la vida. Para bailar son muchas las cosas que se sacrifican: descanso, momentos especiales con la familia, salidas con las amistades y muchas otras que disfrutan la mayoría de las muchachas de mi edad.
«Imagínate —enfatiza— que yo nunca he tenido vacaciones de verano. Para dedicarse al ballet hay que enamorarse de él. Es la única manera de lograr que se cumplan los sueños».
En busca de sus metas va Cynthia, quien se confiesa admiradora de todas las primeras bailarinas del Ballet Nacional de Cuba, con preferencia por Viengsay Valdés. «Cuando comencé en el ballet escuchaba hablar de Viengsay, luego vi sus magníficas interpretaciones en los teatros y la televisión. Ahora la tengo más cerca y trato de captar sus mejores movimientos».
Y aunque la vida de Cynthia transcurre felizmente en los tabloncillos de baile, a los 17 años también tiene otras preferencias. «Me encanta pasar tiempo con mis amigos, salir a distraerme e ir a la playa. Esos momentos de ocio, que son bien pocos, trato de disfrutarlos al máximo. Por supuesto, el entretenimiento incluye ver mucho ballet».
En términos de danza, esta entrevista debe ser apenas el primer acto. Seguramente escucharemos de Cynthia en los próximos años, cuando se encuentre brillando en los escenarios más distinguidos.
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