Imágenes como esta parecen haber sido borradas de la memoria de los pinareños Foto: Marcelino Vázquez Hernández/AIN |
¡Qué triste! En Pinar del Río ya no se habla de pelota. El flamante
campeón de la Serie de Oro quedó fuera de los play off de la
actual temporada y la respuesta de la afición ha sido un rotundo
silencio.
Sin exageraciones. Hace algunas semanas el béisbol dejó de ser un
deporte de esquinas, calles y parques en las lluviosas tardes de mayo. Y
no me refiero solamente a quienes lo practican, sino también a los
miles de periodistas deportivos de barrio que tenemos -¿o teníamos?- en
Vueltabajo.
Es difícil no callar, lo sé. Antes de esta serie, como escribiera un
colega, hasta en la derrota los equipos pinareños lucían “decadentemente
hermosos”. Ahora solo pueden aspirar al primero de los calificativos.
Afrontaron el torneo con una nómina bastante similar a la que el
pasado año nos regaló un título de leyenda, sin embargo, el resultado
fue bien diferente. Finalizaron en la décima posición, y por primera vez
en más de tres décadas se perdieron más juegos de los ganados (49
derrotas y 47 victorias).
Entonces, cómo enjuiciar al “profe” Emiliano Tellería por su
indiferencia. Lo acontecido es muy doloroso para quien fue entrenador de
bateo del primer equipo de la provincia en ganar un campeonato en 1978,
y uno de los artífices de la conversión de los elencos vueltabajeros de
cenicienta a respetable potencia. Sencillamente, tiene derecho a
mitigar la decepción con apatía.
O imagínense si van a querer hablar de pelota nuestros padres y
abuelos. Ellos que vieron jugar a Luis
Giraldo Casanova, Alfonso
Urquiola, Fernando Hernández, Rogelio García, integrantes de los
temibles Vegueros en los años ochenta. Aquellos conjuntos obtuvieron
cinco cetros y brindaron siempre un excelente espectáculo.
Incluso los más jóvenes, quizás un tanto acostumbrados a las altas y
bajas y testigos de la sequía de trece años sin título, se sienten
defraudados. Prefieren quedarse con el recuerdo de los hermanos Juan
Carlos y Omar
Linares, de Pedro Luis
Lazo o Faustino Corrales, campeones de forma consecutiva en 1997 y
1998 y beligerantes cada año en la postemporada.
Tal es la abstinencia beisbolera de hoy que ni la sexagenaria Lázara,
ferviente seguidora del deporte de las bolas y los strikes e
incondicional a los verdes desde la punta de los pies hasta la más
blanca de las canas, polemiza con su hijo Jesús. Ya no se lamenta como
antes porque “le salió industrialista
el muy…”.
Existen formas un poco extrañas de expresar la desazón. Por eso
apenas me molesto con el vecino cuando dice: “Dime periodista ¿ya te
volviste azul?”. Aunque siempre le aclaro que eso no es cosa de tomarse
una pastillita, ir al Latino
y comenzar a gritar y aplaudir tras un jonrón de Malleta.
Publicado originalmente en Cubadebate
Lamentablemente se establece un vinculo muy fuerte entre los equipos de beisbol mas tradicionales de Cuba y sus seguidores. Algo que a las claras se demuestra en el estado de animo de las personas en cuanto el equipo no obtiene los resultados deseados.
ResponderEliminarEs solo un comentario mas de este comentario que queda abierto...
es cierto que la decepcion nos invade cuando las cosas no salen como esperabamos , pero en mi humilde opinion personal creo que mas alla de las victorias y las derrotas hay algo que nos hace siempre creer y ser optimistas y eso es el amor a la camiseta ...
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