¿Un hombre puede ser feminista? ¿Los hay en Cuba? Cubahora aborda estas y otras cuestiones relacionadas con los varones que apuestan por una sociedad más equitativa...
lunes, 14 de octubre de 2013
Cuba: los hombres y el feminismo
¿Un hombre puede ser feminista? ¿Los hay en Cuba? Cubahora aborda estas y otras cuestiones relacionadas con los varones que apuestan por una sociedad más equitativa...
jueves, 10 de octubre de 2013
Mujeres frente al tablero II
Polgár, un apellido ilustre
Por Jesús E. Muñoz Machín
Varias mujeres obtuvieron éxitos
importantes en el ajedrez en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Incluso, el creciente interés de ellas por mundo de los trebejos propició que en
la Olimpiada Mundial
de Ajedrez de 1957, treinta años después del surgimiento del evento, se incluyera
la categoría femenina.
Sin embargo, el universo de los trebejos reflexionó realmente sobre las
aptitudes de las mujeres para el juego ciencia a partir de los años ochenta. En
ello tuvo mucha influencia los éxitos de las hermanas húngaras Zsuzsa, Sofia y
Judit Polgár.
Las tres ajedrecistas nacieron
en Budapest: Zsuzsa, la mayor, nació en 1969, Sofía en 1974 y Judith dos años
después. Aprendieron a mover las fichas gracias a su padre, László Polgár,
quien organizó para sus hijas un programa educativo con protagonismo para el
ajedrez.
Desde
temprana edad las hermanas Polgár comenzaron a impresionar por su
talento. Su padre, consciente de la calidad deportiva de las niñas, decidió que
no las inscribiría en torneos femeninos. No obstante, no pudo evitar que en
1988 las Polgár fueran prácticamente obligadas, por presiones gubernamentales,
a participar en la lid femenina de la Olimpiada Mundial
de Ajedrez de Tsalónica, Grecia. En tierras helénicas lograron la medalla de
oro, triunfo que repetirían en 1990, esta vez en Novi Sad, capital de la
extinta Yugoslavia.
Aunque desde el inicio se divisaba que las
tres muchachas poseían capacidades especiales para jugar al ajedrez, una de
ellas sobresalía. El estilo atrevido e imaginativo de Judit Polgár deslumbraba
a todos y todas.
La menor de las hermanas comenzó a causar
sensación internacional cuando en 1987, con apenas 11 años de edad, ganó el
Campeonato del Mundo sub-14. Luego vinieron las mencionadas Olimpiadas
Mundiales y en 1991 las hazañas de Judit alcanzan su máxima expresión. Ese año
se proclamó campeona absoluta de Hungría y obtuvo también el título de Gran
Maestra (GM) sin distinción de sexo, con apenas 15 años, 4 meses y 7 días de
nacida. Con ello se convirtió en la persona más joven en obtener la máxima
distinción en el juego ciencia.
Desde entonces la historia de Judit ha
sido más conocida. Ha intervenido e
impuesto su talento en los torneos más prestigiosos del mundo: Ciudad de
Linares, León y Madrid, los tres en España, Wijk aan Zee y Hoogeven, ambos en
Holanda, Melody Amber (partidas rápidas), en Mónaco, Francia, Memorial Najdorf,
en Polonia, el Abierto de Estados Unidos,
entre otros.
Judit Polgár ha sido además la única mujer
en sobrepasar la barrera de los 2700 puntos Elo y en situarse además en el top ten en una actualización del ranking
mundial. Ha participado en las últimas ediciones de las Olimpíadas Mundiales de
Ajedrez, como parte de la nómina húngara abierta (categoría creada luego de que
algunas mujeres exigieran competir con sus pares hombres).
¿Qué ha sucedido con las hermanas de
Judit? Pues hace algunos años que no compiten. Ambas viven en los Estados Unidos.
Szuzsa aparece registrada en la federación norteamericana y ha alcanzado gran
reconocimiento como profesora y arbitro
internacional. Sofía, por su parte, creó una academia donde enseña a niños y
niñas, pero con énfasis en el desarrollo de las muchachas.
Los éxitos de las hermanas Polgár han
llevado a especialistas y amantes del juego ciencia a reconocer el talento de
las mujeres en el milenario deporte de las 64 casillas. En la actualidad son
muchas las ajedrecistas que desde muy jóvenes obtienen importantes triunfos. Pese
a las desventajas que aún persisten para ellas, cada día son más las que
intentan conquistar triunfos en el reino de Caissa.
jueves, 3 de octubre de 2013
Mujeres frente al tablero (I)
El ajedrez
tiene a una mujer como inspiración. Ha sido así desde que en 1963, el
británico Sir. William Jones escribió –en latín- el poema llamado Caissa,
nombre de la diosa griega venerada desde entonces como la musa del llamado
juego ciencia.
Según
la
historia más extendida, el dios Apolo ideó el ajedrez para que Ares se
lo
entregara a Caissa como ofrenda de amor. Sin embargo, otro relato cuenta
que
fue ella la creadora del deporte de las 64 casillas y lo envió a la
Tierra como obsequio a los seres humanos por su valor e inteligencia. De
cualquier manera, la
musa helénica es la protectora aquellas personas que se enfrentan
tablero por
medio y de quienes disfrutan el milenario deporte.
En los
torneos ajedrecísticos se escucha con frecuencia la frase: “Caissa estuvo
conmigo”, para referirse a la suerte, sobre todo ante situaciones complicadas o
al enfrentar rivales difíciles.
Pero, a pesar
de tener una mujer como inspiración, el juego ciencia fue durante muchos años
un escenario disfrutado, casi exclusivamente por hombres. Eran los miembros de
la nobleza los únicos privilegiados que podían mover piezas en el tablero
escaqueado. Y aunque paulatinamente el ajedrez se popularizó en las capas
medias de las sociedades y entre algunos avezados obreros y estudiantes, las
mujeres no eran practicantes asiduas.
Vera Menchik,
la precursora
No fue hasta
finales del siglo XIX e inicios del XX que ellas comenzaron a ser más visibles
en torneos internacionales. Pero quizás la primera ajedrecista que impresionó
al mundo fue la rusa Vera Menchik, primera campeona mundial entre las mujeres
al coronarse en 1927, título que mantuvo hasta su muerte en 1944.
![]() | ||
Vera Menchik, primera campeona mundial de ajedrez entre las mujeres. |
Menchik,
nacida en Moscú el 16 de febrero de 1906, aprendió a jugar ajedrez en el seno
familiar. A los 15 años se mudó al poblado de Hastings, poblado cercano a
Londres, Inglaterra, ciudad con mucha afición por el deporte de las 64
casillas. Poco tiempo después se vincula a los clubes de la ciudad y conoce al
jugador Geza Maroczy, quien la tomó como discípula.
Compitiendo
por la desaparecida Checoslovaquia –país natal de su padre- o por Inglaterra,
Menchik decidió no tomar parte en torneos exclusivos para mujeres, pues creía
que en estos limitaban su desarrollo deportivo. Solo participó en las Copas del
Mundo femeninas para mantener el título del orbe.
Los hombres
fueron testigos de su calidad ajedrecística en varios de los torneos más
importantes de los circuitos internacionales. Uno de los resultados que ha
llegado a ser más conocido en Cuba es su segundo lugar en el tornero de
Ramsgate, Inglaterra, en 1929. Allí terminó empatada con el famoso maestro
Akiba Rubinstein, a solo medio punto del ídolo cubano José Raúl Capablanca y
por delante de su propio entrenador Maroczy.
También ha
pasado a la historia el “Club Vera Menchik”, discriminatoria iniciativa del
ajedrecista austriaco Albert Berger que se produjo durante el torneo de Karlbad
de 1929. Berger, menospreciando las aptitudes de Menchik, propuso fundar un
círculo exclusivo para aquellos hombres que fueran derrotados por la talentosa
maestra. Hubo muchas bromas al respecto, pero Vera no dejó margen a las burlas
cuando venció al propio Berger, quien se convirtió en el primer inquilino del
susodicho club.
En años posteriores
Menchik obtuvo triunfos ante destacados ajedrecistas como Max Euwe, Jacques
Mieses, Lajos Steiner, Frederick Yates, Edgar Colle, Fritz Sämisch, George
Thomas, hasta sumar la cifra de 41 maestros.
La meteórica
carrera de Vera Menchik tuvo un fin trágico cuando apenas había vivido 38 años.
El 26 de junio de 1944 una bomba nazi cayó sobre Londres e impidió que la
extraordinaria muchacha de juego posicional y sólida defensa continuara
brillando frente al tablero.
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