lunes, 12 de mayo de 2014

La sonrisa de Tania


Tania Mondragón Munguía.


Por Jesús E. Muñoz Machín

De la tierra nos llegan historias cotidianas de trasgresión, lucha y esperanza. ¿Protagonistas? Mujeres comunes. Condenarlas a la excepcionalidad sería continuar perpetuando las reglas de un mundo desigual. Ellas, en realidad, son muchas más de las que creemos.

Tania Mondragón Munguía llegó desde el norte de Nicaragua al este de Cuba (Bayamo, Granma), en representación de la Federación Nacional de Cooperativas Agropecuarias y Agroindustriales, R.L (FENACOOP R.L). Junto a otras mujeres centroamericanas y cubanas participó en el encuentro “Aprendiendo de nuestras prácticas para el avance de los derechos de las mujeres y la igualdad de género en organizaciones de mujeres y mixtas”.

La muchacha de mirada vivaz es la encargada de los asuntos económicos en la Cooperativa de Crédito y Ahorro “10 de Mayo”, en el municipio Palacagüina, Departamento de Madriz, donde impulsa iniciativas para la exigir los derechos de las mujeres. Ese mismo pensamiento la guía en su trabajo como parte de la Comisión de Género ampliada de la FENACOOP R.L, cooperativa de tercer grado con cobertura y liderazgo nacional, que agrupa a 120 entidades de segundo y primer grado, cinco de ellas exclusivamente de mujeres, para una cifra de aproximadamente 40 mil productores y productoras.

Tania reconoce cambios y logros a favor de la equidad en su cooperativa y en la federación, sobre todo a partir de la creación de la Comisión Nacional de Género, entre 2006 y 2007 y la Política de Género, potenciada desde 2010.

Con satisfacción reconoce que ahora son más las mujeres asociadas y directivas en los consejos de administración. Sintetiza que, además, “existe un mayor conocimiento de los derechos y que ha aumentado el interés de ellas y de algunos hombres por las capacitaciones en temas de género y otros”.

Pero también sabe Tania que falta camino por recorrer, porque “el trabajo de género es día a día”, asegura.

La cultura machista impide un mayor progreso. No son pocas las personas, advierte la joven de 33 años, que no creen en las capacidades de las mujeres para impulsar el trabajo en las cooperativas. “Se define al hombre como agricultor ganadero y socio, y a ellas solo como ayudantes en las fincas”, acota.




Asimismo, Tania piensa que no se han priorizado los nuevos liderazgos, ni la preparación de mujeres y hombres jóvenes que sean capaces de mantener y mejorar lo logrado hasta el momento.

Y con más pesar, acota que si un problema dificulta el trabajo por la equidad de género es la alta incidencia de violencia intrafamiliar, tema del que apenas se habla en Nicaragua.



 Mirar hacia dentro

Tania intenta llevar los cambios a su vida. En casa lo ha logrado. Sonríe complacida cuando relata que su esposo vive una paternidad plena. “Tenemos una niña, y él la peina, la viste, va a las reuniones de la escuela. Y a ella la educo para que sea independiente”, dice.

No obstante, no se conforma con que en casa haya un ambiente de equidad y aspira que en el hogar de sus padres y hermanos sea igual. “No lo he logrado”, confiesa con sinceridad.

Otros retos también la esperan. “El conocimiento lo es todo”, expresa. Por ello asegura que culminará la carrera de Derecho postergada en el tercer año.


Tania es una de tantas muchachas que buscan su espacio en un entorno mayoritariamente masculino, el de las producciones agropecuarias. Con cada gesto o palabra expresa el orgullo de ser una mujer de la tierra.

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