jueves, 20 de noviembre de 2014

Entre mujeres, iniciativas económicas exitosas


Por Jesús E. Muñoz Machín

Identificar las desigualdades y los mecanismos que las producen es siempre el primer paso hacia el cambio. Pero el reto mayor es lograr la transformación de realidades y conciencias, camino por el que ha transitado el proyecto “Agricultura suburbana y fortalecimiento cooperativo en 10 municipios de las provincias de Camagüey, Las Tunas y Holguín”, del que se benefician mujeres lideresas en diferentes iniciativas económicas.

Artesanas, poncheras, floreras y productoras de queso no solo dan un giro a su vida, sino a la dinámica económica y social de las comunidades donde residen. Otras de las actividades emprendidas son talleres de corte y costura, peluquerías, así como la obtención y comercialización de microorganismos eficientes, todo ello implementado por la Asociación de Agricultores Pequeños (ANAP), con apoyo de la organización no gubernamental canadiense Oxfam, y financiamiento de la Unión Europea, la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo y la Embajada de Japón en Cuba.



Las potencialidades siempre han sido evidentes, pero al inicio los obstáculos concretos –burocracia y falta de recursos materiales- se conjugaban con otras inconvenientes subjetivos derivados del machismo, para limitar el desarrollo de una iniciativa que busca empoderar a las mujeres y convertirlas en protagonistas de un mejor futuro para ellas y el resto de las personas que comparten sus vidas.

La historia tuvo un “había una vez…” o inicio que común a otros relatos. Mujeres insertadas en diferentes organizaciones agrícolas - cooperativas de créditos y servicios (CCS) y de Producción Agropecuarias (CPA)- donde no solían tener el protagonismo soñado, más allá de los informes estadísticos que reflejaban el aumento de su representación en dichas entidades o el ascenso de algunas a puestos directivos. En no pocos casos sus conocimientos y experiencias eran desaprovechados.

¡Soy otra mujer!

No fue necesario conocer a las mujeres desde el inicio del proyecto. Una mirada retrospectiva hacia el taller “Pensar/nos desde la equidad de género”, efectuado con las mismas mujeres el pasado mes de mayo, permite apreciar cuánto han cambiado en su manera de asumir los restos de liderar iniciativas económicas novedosas en sus entornos.

Cinco meses después, cuando está a punto de expirar el mes de octubre, podemos hablar de empoderamiento, no como concepto abstracto, sino como capacidad de las mujeres involucradas para tomar decisiones sobre temas financieros, planificación de los recursos y resaltar el grado de autonomía alcanzado dentro de sus familias y cooperativas.

A partir de intereses comunes han logrado erigirse en lideresas, incidir en otras cooperativistas, e incluso, en mujeres que no tenían vínculo laboral y ahora forman parte de las iniciativas.

En la mayoría se advierte cierta conciencia de género, que va más allá de identificar las inequidades llega a la proposición de soluciones. Asimismo, han surgido interesantes alianzas entre ellas y también con los hombres más sensibilizados.

Desde el punto de vista productivo aún faltan detalles para que todas las iniciativas produzcan las ganancias esperadas, incluso algunas aún no se han puesto en marcha. No obstante, las proyecciones apuntan al éxito.

Aunque perdura cierta tendencia al uso de un lenguaje sexista, en la actualidad logran comunicar sus logros otorgando visibilidad al aporte de las mujeres y los costos del éxito en un entorno machista.

Muchos pudieran se los indicadores de impacto, sin embargo, quien conozca a Moraima, Yanelis, Mailén, Idelvis, Milagros, Adelmis u otra de las muchachas, coincidirá en que la mejor prueba está en sus propios testimonios. “Soy otra mujer”, “no te imaginas como he cambiado”, “claro que soy independiente”, “…son mis ganancias”, “nosotras podemos”, son solo breves frases que ilustran el poder transformador de esas mujeres.


 
 
Imágenes de las mujeres en talleres.

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