Alejandra Pino y Rai García se acercaron a la jardinería vertical hace casi tres años, inspirados por el concepto de paisajismo urbano. Foto: Cortesía de Arbio. |
La Habana. Alejandra Pino y Rai García dan vida en la capital cubana a la empresa ecológica Arbio, que se especializa en el diseño, ejecución y mantenimiento de ecosistemas verticales, que son raros y escasos en la nación caribeña.
El emprendimiento, que comenzó a ofrecer servicios a finales de 2016, privilegia el empleo de nutrientes orgánicos, rechaza el concepto de obsolescencia programada en el trabajo con organismos vivos e impulsa una técnica de jardinería que funciona como filtro de polvo y metales pesados.
“Queríamos hacer algo especializado y novedoso, con un mercado poco explorado en Cuba”, confesó a la Redacción IPS Cuba Alejandra Pino, directora general de la iniciativa.
“También decidimos optar por una empresa constructora que no se dedicara a todo, porque el tema de los suministros sigue siendo muy complejo en el país”, acotó la arquitecta, de 39 años.
La joven, quien emplea su casa en la barriada habanera de Cayo Hueso como oficina, explicó que “la jardinería vertical es una técnica eminentemente urbana, pensada para la ciudad, porque debe emplearse en espacios que al menos posean sistemas de riego y electricidad”.
Pino reveló que para fundar su negocio encontraron inspiración “en un proyecto español llamado Paisajismo Urbano”.
“Vimos un documental acerca del trabajo que realiza esa empresa en Europa y varias ciudades de América y desde ese primer acercamiento nos pareció fascinante el concepto de ecosistemas verticales desarrollado por Ignacio Solano y su organización”, precisó.
Alejandra subrayó que defienden “la idea del jardín vertical como un ecosistema en el que se pueden emplear muchas prácticas ecológicas que se desarrollan en el país, como por ejemplo la permacultura”.
“Incluso, quizás podamos hacer jardines completamente comestibles, que si bien necesitan más conocimientos y cuidados, son mucho más productivos y requieren menos mantenimiento”, puntualizó.
De igual modo, Pino y García enfatizaron que “para Arbio no existe el concepto de mala hierba”.
“Muchas personas trabajan con reposición de plantas por estaciones, y por ello suelen crear un jardín de corta duración, para volver en unos meses, venderte las mismas plantas y así obtener mayores beneficios económicos”, afirmó Alejandra.
“Por el contrario, a nosotros nos interesa promover la mínima reposición de plantas y el sistema de jardinería vertical es óptimo para eso, porque en el concepto de ecosistema vertical no se percibe el jardín como algo estático en el tiempo”, aseguró.
A su juicio, “si una planta se muere, otra puede ocupar su lugar, incluso alguna especie puede llegar procedente de otro ecosistema e instaurarse y coexistir con las que estaban”.
Rai, por su parte, apuntó que su “emprendimiento supone también un compromiso con la vida, una responsabilidad con el planeta”.
Agregó que rechazan “especular con la no-vida, lo que se traduce en no aplicar el concepto de “obsolescencia programada” a organismos vivos como son las plantas”.
“Nosotros creamos, más que jardines, ecosistemas verticales perdurables en el tiempo. Y establecer esta idea en el mercado es nuestro propósito, porque en la medida que los jardines sean prósperos y sostenibles, nuestra empresa lo será”, manifestó.
Funcionan como “filtros naturales con capacidad de oxigenar la atmósfera, pues un metro cuadrado de jardín puede aportar al año el oxígeno que requiere una persona para vivir”, indicó.
Señaló que pueden “filtrar un promedio de 300 gramos de polvo y metales pesados diarios, disminuir la temperatura interior de un local en 5 grados Celsius y la contaminación acústica hasta en 10 decibeles”.
En su opinión, “los jardines verticales también revalorizan espacios infrautilizados, a la par que reducen el efecto isla de calor (acumulación de calor por la inmensa mole de hormigón) y pueden ser herramientas eficaces para introducir vegetación en áreas de la ciudad donde no abundan, como son los municipios Habana Vieja y Centro Habana”.
Esta técnica permite crear “espacios propicios para la divulgación y conservación de la flora autóctona. Un jardín vertical, puede ser, por ejemplo, un jardín botánico local, de barrio o comunitario”, indicó.
El arquitecto, que se capacitó en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, resaltó igualmente que Arbio utiliza “extractos de plantas y algas para formular los nutrientes, todos de origen orgánico, así como elementos heterótrofos (organismos que transforman la materia orgánica en nutrientes) empleados en cultivos tradicionales”.
Acerca de los suministros, Rai comentó que todavía algunos “componentes se importan, pero una buena parte se adquieren en las ferreterías locales y mediante los contratos con otros emprendedores”.
“Nuestro propósito es sustituir en el mediano plazo los componentes importados por tecnología desarrollada en Cuba, lo que estimularía la producción nacional en este ámbito y bajaría los costos del servicio”, concluyó. (2017)
Tomado de: http://www.ipscuba.net/medio-ambiente/emprendimiento-ecologico-promueve-la-jardineria-vertical-en-cuba/
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