Neymar Jr. festaja uno de sus goles ante Croacia |
¿Jugadas que levantan gradas? En el baloncesto quizás sean las donqueos o las canastas de tres puntos a 7,25 metros; en el voleibol un remate del opuesto a cientos de kilómetros por hora; en el béisbol un jonrón con bases llenas (Grand Slam, en inglés); y en el boxeo un nocaut fulminante a lo Teófilo Stevenson. Pero en el fútbol la magia llega con los goles, cuando el balón traspasa la línea de meta y el estadio se trastoca en manicomio con el grito de gooooooooool.
Los partidos con pocas anotaciones no son aplaudidos por la afición, aun cuando los equipos hayan mostrado buen nivel sobre la cancha.
Hasta ahora, trascurridas cuatro fechas la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA Brasil 2014, las perforaciones han tenido el protagonismo. Han llegado de múltiples maneras: de cabeza, fuera del área, “de carambola”, autogoles y definiciones de lujo.
Holanda es la que más ha festejado con sus cinco anotaciones ante una irreconocible España, campeona de la edición precedente, cuando precisamente venció a los tulipanes en la final.
Entre las 22 selecciones que han pisado los terrenos brasileños, solo Camerún y Grecia se han quedado sin goles. En total se han marcado 37 dianas en 11 encuentros, para un promedio de 3,36. A estas alturas en Sudáfrica 2010 apenas se llegaba a 1,7 por desafío.
¿Se esperaban estos registros goleadores? Pues no. La mayoría de los criterios coincidían en que sería una copa con pocas anotaciones, de acuerdo a la tendencia del fútbol actual, donde se arriesga menos en busca de resultados.
Como señala el intelectual uruguayo Eduardo Galeano, el “gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna”.
Para que se tenga una idea, en el mundial de Sudáfrica se anotaron 2,26 goles por partido (145 en 64 encuentros) y en Alemania 2006 la media fue de apenas 2,30 (147/64). Una cifra de tres dianas por desafío parece cosa de hace cinco siglos, pues la última vez que esto ocurrió fue en Suecia 1958, donde se perforaron 126 vallas en 35 enfrentamientos (3,60).
Para bien del torneo y para disfrute de la afición, el grito de goooooool se ha escuchado con fuerza en Brasil. Quizás influya la mística sudamericana, donde el más universal de los deportes se juega de forma diferente, donde la puerta rival es el objetivo perenne durante los 90 minutos.
¿Qué está pasando? Nadie entiende nada, pero no hace falta entender, sino disfrutar del inesperado desenfreno de los goleadores.
Lo único cierto parece ser que si los goles son amores, la copa está enamorada.
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