viernes, 22 de junio de 2012

El Profesionalismo, el Profesional y la necesidad de ambos.






Por Mario Herrera, diplomante del curso de narradores deportivos de la emisora COCO.

Decía un gran profesor que las ciencias sociales eran inexactas, y por tanto, respecto a un tema, había tantas teorías como autores opinaran sobre el mismo. Haciendo caso, me atreveré a teorizar.

Cuando hablo de Profesionalismo, me refiero al que llaman Deporte Rentado. Usted practica una modalidad y recibe un salario por eso. Dejándolo así de básico, suena justo, pero lo cierto es que existen intereses económicos gigantescos por parte de empresarios, dueños de trasnacionales o compañías que invierten en el atleta pues, como buenos capitalistas, esperan rembolsar la inversión de una u otra forma.

Cuba siempre se ha opuesto a la práctica del deporte profesional. El argumento que siempre he escuchado: “El hombre no tiene precio”. Como ser humano, coincido plenamente con esta concepción. Nada debe ser más importante que el Hombre. Por ninguna razón se le debe colgar un cartel mercantil.

Pero, no es al hombre como tal al que se le pone un precio, sino a sus habilidades. Les pongo un ejemplo: Lionel Messi, para muchos, es en este momento el mejor jugador de fútbol del planeta, sus servicios en el Fútbol Club Barcelona son valorados no solo desde lo deportivo, sino también económicamente, a él se le paga un salario que depende de su rendimiento. A mayor rendimiento, mayor retribución económica. Lionel, por ser persona, no recibe remuneración. Sin sus habilidades, sería un trabajador más y quizás cobraría por ello, si no trabajara, no tendría salario.

Ahora… ¿cómo veo este asunto en Cuba?

Enrique Díaz, pelotero multirecordísta de nuestro país, en el documental Fuera de Liga de Ian Padrón, hablaba de que se le había gestionado un trabajo por ciento dieciocho pesos para que pudiera jugar.

Dicen, y les juro que no es una mentira mía, que el estelar Ariel Pestano, receptor de Villa Clara y de los equipos Cuba desde 1996, quién es además Diputado a nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, tomó la palabra en el cónclave y cuestionó el hecho de que el Cuarto Bate de el team Cuba, ganara una equis cantidad de dinero por una plaza de tornero que nunca ocupó y que en su equipo Villa Clara, existan personas que no son jugadores titulares siquiera, que ganan casi el triple por una plaza de ingenieros tampoco ocupada. Me contaron que recibió tremenda ovación, sobre todo al exigir que se cambiara la concepción de cómo se veía al atleta cubano, que debía ganar además determinadas primas por rendimiento y que si se hubiese hecho así desde hace años, estaría seguro de que la mayoría de los jugadores que hoy están fuera de nuestro país jamás se hubiesen ido.

El punto es que preguntando me he enterado de que los atletas reciben un “estipendio”. Ellos están en la nómina de algún centro laboral que debe pagarles un salario y darles una licencia deportiva, sin embargo, son formados en escuelas de deportes, pasan por toda una canal que desemboca en el alto rendimiento a los que lleguen a la meta, así que, técnicamente, son profesionales; reciben un salario por un trabajo, que es jugar el deporte que han aprendido y entrenado toda su vida.

¿Que son otro tipo de profesionales? Es cierto. Más allá de la cuantía de la paga, los nuestros tienen como motivación especial la función social que lleva consigo su empleo real: el entretenimiento de nuestro pueblo y debe ser este el principal objetivo del mismo, el sano esparcimiento, la accesibilidad a un espectáculo bueno y la mejora, por ende, de la calidad de vida de los cubanos.

Hablando de conceptos, creo necesario diferenciar un par de ellos bastante utilizados por algunos políticos (más bien los politiqueros e insensócratas). Me refiero a Deporte de Alto Rendimiento y Deporte para Todos. Ven al segundo como la posibilidad de los cubanos de asistir y tener accesibilidad a las áreas deportivas, de hacer ejercicios, de practicar deportes y llegar lo más lejos posible dependiendo sólo de sus habilidades, talento y constancia, pero una vez convertido en atleta de primer nivel o de Alto Rendimiento, la cosa tiene por obligación que cambiar, pues ya la persona comienza con un trabajo más complejo y se le exigen resultados. Por supuesto, debemos cumplir con ellos para poder exigir después.

El profesionalismo es, a mi juicio, extremadamente útil a la hora de mejorar los rendimientos, motivador y si es correctamente manejado en funciones del interés del pueblo y no privadas o corporativas, puede ser beneficioso para todos.

Más allá del elemento paga, un atleta puede ser un Profesional o no dependiendo de su ética, su disciplina, de cumplir las exigencias del deporte que practica, de portarse correctamente dentro y fuera del juego y del entrenamiento, de usar el uniforme según lo establecido en los reglamentos, saber qué tipo de calzado debe utilizarse en cada caso, llegar temprano, respetarse y respetar a los demás, aprovechar el descanso con responsabilidad, etc.

Nos hace falta cambiar la mentalidad. No soy el primero ni el último en decirlo. Existe una necesidad urgente de aceptar otras alternativas. Deben los políticos decidir si seguimos perdiendo atletas por obstinación, o si cambiamos para mejorar. Podríamos tener nuestra propia versión del Deporte Profesional, lo que elevaría el techo de nuestros eventos y la calidad de nuestros atletas, y con ello, indudablemente, la del deporte revolucionario.


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